Recuerdo cuando era niña teníamos con mis hermanos una colección de libros de tapa dura de Hans Christian Anderson. Era esos libros de cuentos de llamativa carátula en color rojo con increíbles ilustraciones. Entré a buscar en internet las mismas y no conseguí las imágenes que me remontarían a mi infancia. Pero encontré esta carátula con sabor añejo.
La niña que piso el pan, así se llamaba este cuento en el que una pequeña para cruzar un charco puso el pan y por ello le pasaron terribles cosas...finalmente aprende una lección. Cuando uno es niño graba imágenes en su cerebro sin tener control de lo mismo. Luego en el futuro son la explicación a muchos comportamientos. Es por ello que los analistas siempre regresan al pasado, a nuestros inicios para liberarnos de algo que puede estar influenciando en nuestro comportamiento actual. Yo recuerdo que las maravillosas ilustraciones de este cuento de tapa roja que e tenía con un niñito leyendo en la contratapa las pintábamos con mis hermanos con colores. Y con el mejor esmero tratábamos de no pasarnos ni un milímetro de la línea. Lograbamos lindos trabajos aunque para muchos sería un horror pintar un libro. ¡Pero que va, adoré hacerlo!. Inclusive hasta hace poco tenía ese libro pero creo que en una mudanza se me perdió.
También teníamos un rompecabezas de Pinocho, de esos que son muy grandes y que apenas tienen 20 piezas. Muy rápidos para armar, Con mis hermanos poníamos un reloj y hacíamos competencia de quien lo armaba más rápido. ¡Si lo habremos armado mil veces es poco! Juegos tan diferentes a los de hoy. Justo una amiga me contaba que su nieta de 6 meses ya prende el ipod...plop! -Una locura inadmisible- Es que no nos damos cuenta de lo que parece una gracias es algo terrible para ellos. Otro amigo me comentaba que cuando fue a comer con su hija y tres amigas a un restaurante, cuando volteó a verlas las cuatro estaban con el celular y con ese modo característico de escribir con los pulgares mientras conversaban. -¡Les ordené apagarlos!- me dijo, molesto. Y es que yo misma ahora estoy tomando un cafe y estoy con la cámara, la tableta el celular a la mano. ¡Dios cuanta tecnología al alcance! Pero si no nos desconectamos para tener una vida sana, lo que incluye horas de sueño, comer, conversar lejos de la ansiedad de la dependencia tecnológica vamos a terminar esclavos de la modernidad.
Bueno en mi caso es menos fuerte aunque debo confesar que he pasado cientos de horas jugando en la granja, la ciudad y etc juegos del Facebook, que aunque me entretienen ya estaban convirtiéndose en una dependencia. Si, porque esos juegos te hacen tareas que cuando uno es competitivo te incitan a la manía. Ahora es bueno jugar mientras no ocupen más del tiempo que verdaderamente merecen. ¿Cuando es un juego y cuando una manía? Eso ya es tema para un especialista, luego investigaré y se los comentaré.
Como siempre empiezo con una idea y me voy por un sin número de puertas.
A lo que iba, pienso que esta navidad debemos buscar regalos que le den a los niños esos momentos de descubrimiento, de acción deportiva, de intercambio de vivencias a futuro que puedan ser compartidas, sacarlos del aislamiento tecnológico para ofrecerles puertas a la vida propiamente, alimentando sus recursos humanos y así a la vez los vamos a tener más cerca de nosotros, porque esos momentos que uno disfruta con ellos son imborrables recuerdos para toda una vida.
¡Esta Navidad regala valores para compartir!
La niña que piso el pan, así se llamaba este cuento en el que una pequeña para cruzar un charco puso el pan y por ello le pasaron terribles cosas...finalmente aprende una lección. Cuando uno es niño graba imágenes en su cerebro sin tener control de lo mismo. Luego en el futuro son la explicación a muchos comportamientos. Es por ello que los analistas siempre regresan al pasado, a nuestros inicios para liberarnos de algo que puede estar influenciando en nuestro comportamiento actual. Yo recuerdo que las maravillosas ilustraciones de este cuento de tapa roja que e tenía con un niñito leyendo en la contratapa las pintábamos con mis hermanos con colores. Y con el mejor esmero tratábamos de no pasarnos ni un milímetro de la línea. Lograbamos lindos trabajos aunque para muchos sería un horror pintar un libro. ¡Pero que va, adoré hacerlo!. Inclusive hasta hace poco tenía ese libro pero creo que en una mudanza se me perdió.
También teníamos un rompecabezas de Pinocho, de esos que son muy grandes y que apenas tienen 20 piezas. Muy rápidos para armar, Con mis hermanos poníamos un reloj y hacíamos competencia de quien lo armaba más rápido. ¡Si lo habremos armado mil veces es poco! Juegos tan diferentes a los de hoy. Justo una amiga me contaba que su nieta de 6 meses ya prende el ipod...plop! -Una locura inadmisible- Es que no nos damos cuenta de lo que parece una gracias es algo terrible para ellos. Otro amigo me comentaba que cuando fue a comer con su hija y tres amigas a un restaurante, cuando volteó a verlas las cuatro estaban con el celular y con ese modo característico de escribir con los pulgares mientras conversaban. -¡Les ordené apagarlos!- me dijo, molesto. Y es que yo misma ahora estoy tomando un cafe y estoy con la cámara, la tableta el celular a la mano. ¡Dios cuanta tecnología al alcance! Pero si no nos desconectamos para tener una vida sana, lo que incluye horas de sueño, comer, conversar lejos de la ansiedad de la dependencia tecnológica vamos a terminar esclavos de la modernidad.
Bueno en mi caso es menos fuerte aunque debo confesar que he pasado cientos de horas jugando en la granja, la ciudad y etc juegos del Facebook, que aunque me entretienen ya estaban convirtiéndose en una dependencia. Si, porque esos juegos te hacen tareas que cuando uno es competitivo te incitan a la manía. Ahora es bueno jugar mientras no ocupen más del tiempo que verdaderamente merecen. ¿Cuando es un juego y cuando una manía? Eso ya es tema para un especialista, luego investigaré y se los comentaré.
Como siempre empiezo con una idea y me voy por un sin número de puertas.
A lo que iba, pienso que esta navidad debemos buscar regalos que le den a los niños esos momentos de descubrimiento, de acción deportiva, de intercambio de vivencias a futuro que puedan ser compartidas, sacarlos del aislamiento tecnológico para ofrecerles puertas a la vida propiamente, alimentando sus recursos humanos y así a la vez los vamos a tener más cerca de nosotros, porque esos momentos que uno disfruta con ellos son imborrables recuerdos para toda una vida.
¡Esta Navidad regala valores para compartir!
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